Rondan las 40 semanas y los sentimientos que genera La Espera están muy presentes. Todas las conversaciones se centran en el gran momento, incierto, excitante, optimista, único. Si la maternidad va de no poder controlar casi nada, y sólo confiar en que las cosas irán bien, la “Dulce espera” es el símbolo cumbre de este rito de paso.
¿Cómo empezará el parto? ¿Mi marido estará trabajando? ¿Quién se quedarán con mi hijo? ¿Qué haré después con mis criaturas? ¿Cómo me enfrentaré al dolor? ¿Cómo será la carita de mi bebé? ¿Qué personalidad tendrá?…inmersa en un océano de preguntas, las mujeres transitamos en la “Dulce espera”.
Tal vez el cuerpo nos está indicando, que es el momento de interiorizar en nosotras mismas, ya que eso, es lo que pasa los meses posteriores al nacimiento de un hijo, un proceso de interiorización y recogimiento. Un gran transito por nuestra alma y nuestras sombras como mujeres, para posteriormente poder renacer como otra mujer-madre: mejorada y más madura. Paciente, más sabia, y confiada.
Tal vez la “Dulce espera” sea eso, la puerta de entrada a nuestra sombra interior, con sentimientos continuamente encontrados: duda frente a tranquilidad, miedo frente a optimismo, incertidumbre frente a deseo. Sentimientos enfrentados, que es de lo que trata la maternidad.
Difícilmente podemos entender que está sucediendo, según nuestra lógica, hasta que llega el momento del parto: máximo dolor que va de la mano de máxima alegría, y esta paradoja nos ayuda a comprender que tener un hijo es algo sobrenatural , que está por encima de nuestra dimensión y razonamiento humano.
“Dulce espera” o puerta de entrada al rito de Convertirse en madre.
Esperando a mi segundo hijo, de 39+5, imposible no sentirme identificada con tus palabras. Incertidumbre frente a deseo… por un lado deseas que cada noche sea la última siendo 3, pero por otro piensas… ¿qué pasará? ¿estoy preparada para la bi-maternidad? Y entre desvelos y tic tacs del reloj hoy a las 4 de la mañana estaba planchando porque recordé, maldita sea, que si me ponía de parto mi otra hija no tenía ropa planchada
Como si nadie más supiera planchar en esta casa
pero esas son las cosas que suceden en lo que llaman la dulce espera, que más que dulce, yo la llamo productiva espera, pues nunca jamás hice tantas cosas en tan poco tiempo como cuando estaba esperando a alumbrar a mis retoños. Felicidades Ana por tu acertada entrada y deseo con todas mis fuerzas reencontrarme pronto contigo o con tus estupendas compis. Un abrazo. Isabel
Que bonito Isabel, es verdad que en este tiempo dificil es “estar planchando” mientras “estás planchando”. Gracias!
Gracias Ana por recoger con tanto cuidado mucho de lo que sucede en ese tiempo que parece no existir. Y es que esa espera a veces resulta difícil vivirla, sentirla y acompañarla cuando el parto y el nacimiento acostumbran a tener una presencia destacada en la mente de todos, también de una misma.
Una persona muy querida suele decir que la vida se sale de los moldes!!. Me reconforta tener eso presente de cuando en cuando, como en estos momentos de espera, y me parece que ilustra muy bien este viaje de la maternidad.
Un abrazo y gracias por estar.