sep 242017
 

A veces los partos no van como nos gustaría, a veces, lo que tenemos delante tanto los profesionales como las mujeres no es la mejor situación clínica para nosotros, o bien porque el parto se ha vuelto muy complicado y no va todo lo bien que debería, o bien porque la incertidumbre del desenlace nos hace ponernos delante de un precipicio demasiado alto y abrumador para nosotros.

Supongo que en esos momentos las mujeres nos encontramos en un cruce de caminos, el más sencillo, tirar la toalla y rendirse, desde la culpa o la queja, desde el reproche o la compasión. Sin embargo, el segundo, el más tortuoso y difícil es la elección de hacerse fuerte ante la adversidad, crecer y crecer, convertirse en una versión desconocida y absolutamente mejorada de uno mismo.

Y es curioso, porque si la mujer opta por el segundo camino, a medida que avanza el parto y crece y crece, los profesionales crecemos también con ella, porque ¿quiénes somos nosotros para tirar la toalla si ella no la ha tirado? ¿Quiénes somos nosotros para compadecernos de la situación que tenemos delante, si ella no se hace en ningún momento pequeña?, ya que si ella mantiene una entereza propia admirable, con la misma entereza nos tenemos que comportar las personas que le acompañamos. Esa es nuestra gran responsabilidad, no claudicar y seguir creyendo.

Siempre pienso que las cosas pasan por algo, aunque la gran mayoría de las veces no tenemos ni idea del por qué ocurren, lo que si se hoy, es que yo tenía que estar ahí, y aprender lo que he aprendido contigo. Cuando la adversidad es mayor, más grande te puedes hacer. Más puedes crecer y entonces los demás también crecen contigo.

El camino que he elegido a partir de ahora en mi encrucijada no es el sencillo y llano, es el camino que está cargado de piedras y lleno de adversidad, pero también creo como he aprendido hoy, que me hará convertirme en una versión mejorada de mi misma.

Gracias por el aprendizaje Belén.

jun 022017
 

Ya es poco frecuente en nuestra sociedad un primer parto sin que la mujer elija usar la analgesia epidural. Creo que podría deberse a múltiples causas: los tiempos de parto, el miedo a lo desconocido, el no saber cómo me voy a encontrar en esta situación en la que nunca he estado, si podré convivir o no con el dolor, o el sentido instrumental que le da cada mujer al dolor del parto.

El primer parto es biológicamente más largo que los restantes, y esto hace que se necesite un periodo más extenso de contracciones uterinas y modificaciones corporales, y en consecuencia un mayor riesgo de complicaciones clínicas. Además, la segunda fase del parto, el expulsivo, es también más prolongada que en los sucesivos nacimientos, por lo que el tiempo de contracciones intensas, característico de esta fase también es mayor. Supongo que estos y muchos factores más, contribuyen a que resulte muy poco frecuente para las matronas acompañar y asistir primeros partos en los que la mujer opte por elección no hacer uso de la analgesia epidural.

Ayer fue uno de esos días para mí como matrona, poder tener la oportunidad de atender a una mujer que libremente opta por no hacer uso de la epidural en su primer parto. Llevo ya diez años en esta profesión, y reconozco que me siguen impresionando enormemente este tipo de partos, valientes, duros, intensos, no dirigidos, donde se convive con el dolor de una manera tan íntima y prolongada.

En muchos momentos, la mujer te dice, ¿dónde me he metido? Y tú como matrona quieres que también finalice. Porque implica una gran responsabilidad, estar presenciando el dolor en estado puro, y no sólo cuando el parto va clínicamente bien, sino también cuando se puede complicar en esa etapa más sensible que es el expulsivo.

Ese aro de fuego, donde las mujeres sentimos que nos partimos en dos, que dura cuatro contracciones, no una, como en los siguientes partos, cuatro, o cinco… eternas. Un dolor desgarrador, intenso, con el que al principio puedes convivir, pero luego se convierte en un océano inmenso y profundo, en soledad, en el que sientes un intenso miedo del que sólo puedes escapar tu sola, con tu valor. Eso es lo que te enseña, el valor, la fuerza que tienes dentro. Un dolor emancipador, una experiencia sobrenatural.

Y finaliza por fin, y se escapan las lagrimas, lo ha conseguido, lo hemos conseguido, también yo como profesional, luchar contra mi propios juicios de valor sobre el dolor. Porque últimamente tengo la convicción, a medida que estudio, observo e investigo sobre el dolor en el parto, que el problema de la convivencia con el dolor en el parto, está más en los profesionales que en las propias mujeres.

Gracias Marcela, por ayudarme con tu fuerza y valor biológicos a poder enfrentarme a mis juicios y debilidades como profesional ante el dolor. Gracias por sacar también todo mi valor.

jul 272015
 

Me decía María, mi maestra de yoga, que el dolor solo es una sensación entre una multitud. No hay que quedarse anclado en él para no perderse la belleza de las otras.

Por eso, Olivia, cuando el celador nos llevó a papá y a mí a la habitación de Los Elefantes, me sentí contenta pensando que era un lugar alegre, decorado con lindos dibujos y vivos colores para darte la bienvenida. Había dolor, sí, pero también una inmensa emoción. Estabas de camino.

Y aunque no era la fecha determinada por los médicos hijita, decidiste adelantar tu llegada.

Papá, tú y yo tuvimos la suerte de estar guiados, asistidos y acompañados por una matrona maravillosa. Porque Ana no demostró ser solo una gran profesional, con una vocación que le asomaba por cada poro. Demostró una sensibilidad y un respeto inmenso hacia nosotros. No la voy a olvidar nunca. Tampoco a la auxiliar que le ayudaba, de la que no recuerdo el nombre, pero sí recuerdo su mirada dulce. Su cara de buena persona.

Tú empujabas mi amor, querías asomar al mundo y yo lo hice lo mejor que supe y pude para, después de un inolvidable parto, tenerte en mis brazos.

Fue una fiesta de lágrimas e intensas emociones verte salir mi pequeña. El gran espejo que Ana colocó delante de la cama me permitió no perderme ni un solo detalle.
Y cuando te tumbó encima de mi pecho nuestros latidos fueron uno. Suave, calentita, pegajosa. Nos estábamos tocando mi pequeña, mi bebé. La vida había decidido premiarme de nuevo.

La habitación de Los Elefantes ya estaba preparada para tu llegada.

No siempre las cosas acontecen como a uno le gustaría. De la habitación donde naciste te llevaron a Neonatología dentro de una incubadora, que a mí más bien me parecía una nave espacial.

No sabían lo que te pasaba mi amor. Detectaron por el azulado color de tu piel, que algo no iba bien. Había que hacer pruebas. Y lo que finalmente fue un mal cambio del líquido amniótico por el aire, supuso para papá y para mí un jarro de agua fría. De repente miedo. Tristeza. Dolor.

El paso por Neonatología fue, pasado el gran susto, una grata experiencia. Te daban con cariño los cuidados que necesitabas. En todo momento nos informaban de la mínima mejora. Y día a día los cambios eran a mejor.

Durante aquella semana papá y yo hicimos guardia para estar a tu vera. Yo de día y él de noche. Quisimos que te llegara nuestro amor infinito.

Recuerdo de aquella unidad el silencio, la tranquilidad y el no parar de las enfermeras que no descuidaban ni un segundo la atención a las máquinas que a veces pitaban. Respuesta inmediata y dulzura en el trato. Educadas y atentas. Lo mismo sentimos con Gonzalo, neonatólogo, la pediatra, con todos!! Qué agradecidos salimos de allí mi bebota!

Una semana después de tu ingreso, el día quince de Mayo del año pasado abandonábamos Neonatología agradecidos y felices. Comenzaba nuestra vida en familia. Tu hermanita esperaba tu llegada. Todos te esperaban.

Cuando crezcas mamá te contará un lindo cuento. El cuento de “Los Elefantes”.

elefantes

abr 232015
 

Desde mi punto de vista, si la fortaleza humana que mejor define un parto es la resiliencia, fortaleza que todas las mujeres tenemos, de la que ya hemos hablado con anterioridad y seguiremos hablando en muchas ocasiones por lo apasionante del tema.

La asertividad constituye para mí, la característica principal que debemos potenciar las matronas a la hora de trabajar en equipo de una forma efectiva. Nuestra asignatura pendiente en el hospital.

El trabajo en el entorno de un hospital es a veces complejo. No sólo por nuestra tarea principal como matronas: ayudar y acompañar a la mujer para que tenga el mejor parto posible tanto desde el punto de vista físico y emocional dentro de las posibilidades que nos ofrece la situación y el contexto propio de cada una de ellas y sus bebés. Sino por la ardua tarea que supone realizar un buen trabajo en equipo dentro de la institución hospitalaria. En determinados momentos jerárquica, estática, con protocolos rígidos basados a veces más en la costumbre que en la evidencia.

En un paritorio, se encuentran trabajando muchas personas a la vez: auxiliares, ginecólogas, anestesistas, matronas y celadores. Cada una de ellas con valores, opiniones y puntos de vista particulares. Aunque el interés deba ser común, la manera de expresarnos y comunicarnos es exclusiva para cada uno. Por tanto, la asertividad es fundamental a la hora de poder realizar un buen trabajo en equipo y poder defender de una manera efectiva los derechos de las mujeres en el parto.

¿Cuántas veces las matronas nos hemos quedado con ganas de decir que no estábamos de acuerdo con algo o con alguna intervención realizada hacia la mujer durante su parto? ¿Cuántas veces nos hemos quedado con ganas de invitar a que saliesen personas de un paritorio porque se vulneraba la privacidad del parto? ¿De pedir silencio a las personas en ese momento presentes que se encontraban hablando de otras cuestiones que nada tenían que ver con la asistencia? Silencio porque está naciendo un bebé.

Por tanto desde mi punto de vista, la asertividad constituye nuestra asignatura pendiente, no solo para las matronas, sino para todas las mujeres de está generación. Nuestra trayectoria cultural como “seres para otros” no nos ha permitido a las mujeres poder desarrollar esta fortaleza humana de una manera completa.

La asertividad significa la capacidad de expresar lo que uno piensa o siente, sin menospreciar lo que otros piensan o sienten. Por lo tanto implica la habilidad de proteger nuestros derechos y opiniones así como respetar los derechos y opiniones de los demás. Requiere saber escuchar y responder a las necesidades de otros sin comprometer nuestros propios principios.

Ser asertivo no supone controlar o dominar a los demás, significa ser capaz de decir claramente lo que sentimos o deseamos a la vez que respetamos el punto de vista de los demás. Las personas asertivas no tratan de superar a nadie, ni ser independientes del equipo, sino que tratan de ser interdependientes.

La asertividad implica el respeto y confianza hacia una misma y los demás. Implica ser realistas. Implica ser valientes para saber decir en determinados momentos NO. Implica reconocer nuestros errores y reforzar nuestros logros. Así como motivar los logros de nuestros compañeros.

Y lo que es más importante, la asertividad implica ser agradecidas hacia nosotras mismas y hacia los demás. Agradecimiento…que fortaleza más bonita y a la vez complicada.

nov 042012
 

Durante esta semana he tenido varias conversaciones con amigas que me han hecho plantearme una pregunta fundamental: ¿qué es lo que me diferencia a mí, matrona, de otro profesional en la atención al parto? ¿Por qué todos los organismos nacionales, e internacionales como la OMS dicen que las matronas somos el personal más adecuado para atender el parto de la mujer?

Leyendo esta tarde un artículo me ha llamado la atención un dato y a partir de este he podido responder a la pregunta que me rondaba estos días. El artículo hablaba de un estudio elaborado por  Helzack en 1984. Según este autor: el 20% de las parturientas referían el dolor en el parto como irresistible; un 30% como severo; un 35% como soportable o moderado; y un 15% no percibían dolor.

Es cierto que este estudio se desarrolló hace ya bastantes años, pero en los 80 no estaba tan extendido el uso de la analgesia epidural, por lo que podríamos suponer que los datos relativos a la percepción del dolor son bastante realistas, ya que las mujeres parián sin apenas uso de analgesia durante el parto.

¿Cómo es posible que existan tantas variaciones individuales?  A lo largo de todos estos años he visto a muchas mujeres parir, y puedo afirmar que en el parto hay un hecho

totalmente cierto: cada parto es único.

Defiendo la tesis  de que el 90% de la vivencia del parto depende de la psicología de la mujer y solo el otro 10% restante corresponde a la situación obstétrica general, es decir: características del embarazo, comienzo del parto, rotura de la bolsa, inducción, etc.

La mujer en el parto se encuentra con ella misma, con su propia esencia, no puede fingir lo que no es. Se sitúa delante del espejo de su personalidad, de sus miedos y de sus tabúes.

Así, si la mujer tiene confianza en ella misma, en su cuerpo, en su vida y en su destino, puedo afirmar que la vivencia del parto será positiva. Sin embargo, si se inunda de dudas en ese momento sobre su capacidad, su pareja o como afrontar su nuevo rol de madre, la vivencia del parto se volverá totalmente decepcionante y negativa.

Aun me sorprende, cómo existen tantos partos como personas hay en la tierra. Ante una misma situación cada mujer reacciona de manera totalmente diferente. A veces, partos que se desarrollan bien obstétricamente hablando, no son vividos de una forma positiva por la madre, y sin embargo, partos complicados, difíciles o adversos, son vividos de una manera totalmente satisfactoria, confiada y optimista por la mujer.

Esto fenómeno es lo que se conoce en psicología como la Resiliencia. La resiliencia es la capacidad de afrontar la adversidad saliendo fortalecido y alcanzando un estado de excelencia personal. Desde la Neurociencia se considera que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite una sensación de control frente a los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar retos. Esa capacidad de resistencia se prueba en situaciones de fuerte y prolongado estrés.

En 1995 Grotberg  añade otro matiz a la definición de Resiliencia: capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e inclusive, ser transformado por ellas.

El parto transforma a la mujer. Defiendo por tanto, que la Resiliencia en el parto es determinante. Y, es más, afirmo también, que el único profesional actualmente en la obstetricia que es capaz de potenciar la Resiliencia de cada mujer en su parto, es la matrona.

Lo que más me gusta de mi trabajo es como el parto me permite ser observadora de la esencia de cada madre a la que atiendo. La mujer plasma en él su personalidad, sus principios, sus ideas, su relación con la pareja, sus miedos y los miedos de su pareja, su seguridad y sus dudas. Se encuentra ante ella misma y su biología, al desnudo, sin disfraz, sólo con su instinto.

Por tanto, desde mi punto de vista, ser o no una buena matrona no solo consiste en saber atender correctamente la mecánica del parto, esto lo conoce cualquier profesional de la obstetricia. Sino que consiste principalmente en saber canalizar todos los recursos psicológicos positivos con los que cuenta cada mujer. Potenciarlos, estimularlos, sacarlos a relucir, es decir, potenciar la resiliencia que tenemos todas las mujeres dentro de nosotras.

Sólo acompañando a la madre durante todo su proceso de parto: en la dilatación, en el expulsivo,  incluso mucho antes: en la preparación al parto, se puede observar y sacar todo este potencial de cada mujer.

Es imposible realizar esta tarea atendiendo a una madre los minutos antes de su expulsivo, como ocurre en algunas clínicas de nuestro país donde la atención al parto no se realiza por matronas. El periodo de dilatación es fundamental, la naturaleza lo hace largo y paciente, el momento idóneo para canalizar todo este potencial psicológico y que la mujer viva el nacimiento de su hijo de una manera vital, única y transformadora.

Por eso afirmo, que el acompañamiento y experiencia que tenemos las matronas sobre la psicología del parto es lo que nos diferencia del  resto de profesionales de la obstetricia.

Por lo tanto, si me vuelven a preguntar: ¿qué es lo que me diferencia a mí, matrona, de otro profesional en la atención al parto? Contestaré: somos el único profesional que hay actualmente en el sistema sanitario capaz de potenciar la resiliencia de cada madre durante el parto debido a nuestra labor característica y experiencia en la psicología del parto.

jul 152012
 

Durante el embarazo la mujer y el bebé forman una unidad indisoluble. Es curioso, pero esto continúa de alguna forma después del parto.

Como mamíferos que somos, el instinto de protección al tener descendencia aumenta  de una forma sorprendente. También se agudizan todos los sentidos, sobre todo el oído. Por lo que la madre oirá el llanto de su bebé por la noche, aunque esté profundamente dormida.

Al igual que la embarazada tiene un reflejo innato para proteger de cualquier golpe su vientre mientras dura el embarazo, esté reflejo innato continuará durante la crianza del recién nacido. Hay autoras que hablan de una división durante el parto, la mujer se divide en dos personas porque continúa existiendo una especie de radar invisible entre mamá y bebé.

Podríamos decir, que es un sexto sentido que permite proteger al bebé de cualquier peligro externo. Un estado de continua alerta incluso durmiendo.

Gracias a este sexto sentido que es el instinto, seréis capaces de notar todo lo que pueda molestar o ser peligroso para vuestro hijo: demasiado ruido, corrientes de aire, hambre, sueño…

Está demostrado científicamente que el contacto con el bebé y la lactancia materna contribuyen a que este instinto no deje de crecer durante los primeros meses de vida.

Por lo que os aconsejo que sigáis vuestro instinto en todo momento.

No hay mejor consejo de crianza para uno padres que: “seguir lo que el corazón os diga, o lo que es lo mismo, seguir vuestro instinto”.

Si este os dice que debéis abrazar a vuestro bebé tantas veces como sea necesario, hacerlo por favor!!! La naturaleza es mucho más sabia que cualquier teoría de crianza de algún autor antiguo. Si vuestro instinto os dice que debéis consolar a vuestro hijo cuando llora, no lo dejéis llorar, seguir vuestro instinto de madre, aunque la gente os diga lo contrario, una madre siempre sabe en el fondo de su corazón lo que necesita su hijo.

Por lo tanto chicas, confiar en vuestro sexto sentido, que está dentro de todas nosotras!!!

jul 092012
 

El plan de parto es un documento escrito que se utiliza para que la embarazada exprese sus deseos y expectativas sobre la idea de cómo quiere que sea su parto.

Este documento es muy interesante, porque sirve como orientación a las matronas para adecuar la atención a las expectativas de la mujer.

Los planes de parto que se usan en los hospitales españoles se adaptan a las recomendaciones de La estrategia de atención de parto normal del Ministerio de Sanidad.

Las sugerencias de cada mujer serán dialogadas con la matrona que le atienda el parto, valorando el grado de compatibilidad con su proceso de parto y los protocolos del centro.

Lógicamente las preferencias de la madre serán cumplidas en su totalidad siempre que sea posible, es decir, no deben ir en contra de la evidencia científica actual, no debe suponer riesgo para la salud de la madre o el bebé, ni vulnerar los derechos individuales de la mujer, su pareja y los profesionales que le atienden el nacimiento.

Los planes de parto hablan del modelo de atención que van a llevar los profesionales y casi todos incluyen:

Rasurado y enema opcional.

Acompañamiento de la mujer por la persona que ella escoja.

Deambulación, uso de pelotas y cambio de posición durante la dilatación.

Si el hospital dispone de bañera o duchas, uso de la termoterapia durante la dilatación.

El numero de tactos vaginales, la rotura de la bolsa y cualquier intervención, se limitará a las estrictamente necesarias.

Sobre la posibilidad de beber líquidos tipo acuarius durante el parto, dependerá de los protocolos de cada centro. Pero cada vez hay más hospitales que suman la ingesta de líquidos en sus protocolos de parto de baja intervención.

Intimidad: posibilidad de música y luz tenue si la embarazada así lo quiere.

Pinzamiento tardío de cordón y contacto piel con piel.

No se separará al recién nacido de la madre a no ser que sea absolutamente necesario y siempre con consentimiento informado a los padres. Las técnicas como la profilaxis ocular, vacunación o peso se harán posteriormente.

Promoción de la lactancia materna desde el primer momento.

Cada vez hay más hospitales que se están añadiendo el documento del Plan de parto a sus protocolos. De esta manera la mujer se hace más participe y autónoma en un momento de la vida tan trascendental que es el nacimiento de su bebé.

A mí me parece un documento muy interesante ya que intenta proteger los derechos de las madres y suele ser muy bien recibido por las matronas, por lo que os animo a que elijáis hospitales que ya lo tengan instaurado dentro de sus protocolos de asistencia.